Dr. Eduardo Luis
Duhalde
(5/10/1939 - 3/4/2012)
Pocas
veces en la historia mundial miembros de las Fuerzas Armadas de un país, con la
connivencia de sectores políticos y eclesiásticos, descargaron sus bombas y
ametrallaron a la población civil como forma de implantar el terror e intentar
tomar el poder. En toda la historia argentina, a su vez, jamás una ciudad fue
objeto de un bombardeo por parte de fuerzas extranjeras. Ese fue el bautismo de fuego de la Fuerza Área Argentina.
El 16
de junio de 1955, la Armada Argentina, con apoyo de sectores de la Fuerza
Aérea, encabezó un ataque que tenía como objetivo principal asesinar al
presidente Juan Domingo Perón y a los miembros de su gabinete para consumar así
un golpe de Estado. Sin embargo, la maniobra comprendía también la agresión
contra civiles inermes que pudieran alzarse en defensa de un gobierno
constitucional que contaba con un importante apoyo popular. El propósito de la
conjura, tras asesinar al presidente de la Nación, era instaurar un triunvirato
civil integrado por Miguel Ángel Zavala Ortiz (dirigente de la UCR), Américo
Ghioldi (dirigente del Partido Socialista) y Adolfo Vicchi (del Partido
Conservador).
Aviones
que surcaron el cielo del centro de Buenos Aires lanzaron más de cien bombas
con un total de entre 9 y 14 toneladas de explosivos. La mayoría de ellas
cayeron sobre las plazas de Mayo y Colón y sobre la franja de terreno que va
desde el Ministerio de Ejército (ubicado en el Edificio Libertador) y la Casa
Rosada, en el sureste, hasta la Secretaría de Comunicaciones (situada en la
sede del Correo Central) y el Ministerio de Marina, en el noroeste.
El ataque,
ante la ausencia del Presidente y de sus ministros, constituyó desde el inicio
una agresión destinada a sembrar el terror entre la población y así quebrar la
adhesión popular al gobierno constitucional. Clara muestra de ello es que solo
doce de las más de trescientas víctimas mortales se encontraban dentro de la
Casa de Gobierno, en la que impactaron veintinueve bombas, de las cuales seis
no estallaron.
El
resto de las bombas y los proyectiles de grueso calibre disparados desde los
aviones y también por los infantes de Marina que intentaron asaltar la Casa
Rosada estuvieron dirigidos a una población que vio su cotidianeidad
interrumpida por la primera incursión de la Aviación Naval aquel jueves frío y
nublado de junio de 1955. El ataque aéreo se realizó en sucesivas oleadas entre
las 12:40 y las 17:40. La Casa Rosada, la Plaza de Mayo y sus adyacencias
(donde se registró el mayor número de víctimas), el Departamento Central de
Policía y la residencia presidencial (ubicada donde hoy está la Biblioteca Nacional)
fueron los principales objetivos. Además de los más de trescientos muertos, el
ataque dejó como saldo más de mil doscientos heridos.
Tres
centenares de civiles armados (llamados “comandos civiles”) intervinieron en
acciones colaterales como la ocupación de Radio Mitre, a través de la cual se
lanzó una proclama que dio a Perón por muerto.
El
Bombardeo no sólo fue un antecedente directo del golpe de Estado de 1955,
consumado en el día 16 de septiembre con activa participación del Ejército,
hasta entonces leal a Perón. Además, inauguró un ciclo de autoritarismo,
represión estatal y persecución política que tuvo su máxima expresión en la
dictadura cívico-militar iniciada en marzo de 1976.
Los
vasos comunicantes entre el ataque de junio de 1955 y la última dictadura se
evidencian, también, en algunos de sus protagonistas: los tres ayudantes del
ministro de Marina, contralmirante Olivieri, máxima autoridad militar de los
conspiradores, eran los capitanes de fragata Emilio Eduardo Massera, Horacio
Mayorga y Oscar Montes. Massera fue miembro de la Junta Militar que asaltó el
poder en marzo de 1976; Mayorga estuvo involucrado en la Masacre de Trelew, en
la que se asesinó a sangre fría a diecinueve prisioneros en la Base Almirante
Zar de esa ciudad el 22 de agosto de 1972); y Montes se desempeñó como
Canciller y como titular de la Fuerza de Tareas 3 de la Armada, y en cuanto tal
fue jefe de la ESMA, durante la última dictadura cívico-militar.
Muchos de los responsables del Bombardeo se refugiaron en Uruguay una vez fracasado el intento de golpe. Allí fueron recibidos en el aeropuerto de Carrasco por el capitán Carlos Guillermo Suárez Mason, prófugo de la Justicia argentina desde su participación en un levantamiento militar contra el presidente Perón en septiembre de 1951.
En tiempos de la última dictadura, Suárez Mason sería
comandante del Primer Cuerpo de Ejército y, como tal, máximo responsable de la
represión en esa jurisdicción militar. Luego, convertiría a YPF en la única
petrolera del mundo con pérdidas sistemáticas. Además, varios de los pilotos y
tripulantes de aviones que escaparon del país serían más tarde acusados por
delitos de lesa humanidad durante la última dictadura cívico-militar, poniendo
de relieve los vínculos entre los golpistas y criminales de 1955 y los de 1976.
Coordinación
de Investigaciones Históricas del Archivo Nacional de la Memoria. El texto tomó como base el prólogo del Dr.
Eduardo Luis Duhalde, ex Secretario de Derechos Humanos de la Nación, a la
primera edición de Bombardeo del 16 de junio de 1955,
publicación del ANM (2010).