El
prestigioso cardiocirujano, que se suicidó a principios de siglo, redactó un
extenso escrito con críticas al sistema de salud y al avance de la corrupción
Del 29 de
julio de 2000 hasta el 29 de julio de 2018 pasaron 18 años. Tras un extenso y laureado recorrido profesional que
lo había catapultado a la máxima consideración mundial, aquel día el
cardiocirujano René Favaloro se suicidaba con un disparo en el pecho. La
sociedad argentina se fundía en un hondo desconsuelo.
En su despedida
redactó una desesperada carta al entonces presidente Fernando de la Rúa en la
que exclama estar cansado de luchar, en la que reclamaba cooperación económica
para solventar la fundación que lleva su nombre y en donde el reconocido
cardiólogo y educador desplegó una serie de críticas al sistema de salud
argentino. Un escrito que 18 años se ve agravado.
René
Gerónimo Favaloro nació en la ciudad de La Plata en 1923. A sus 77 años, se
suicidó
"¿Cómo se mide el valor social de nuestra
tarea docente? Es indudable que ser honesto, en esta sociedad corrupta tiene su
precio. A la corta o a la larga te lo hacen pagar". En la carta hay
retazos de protesta, un clamor de reproche y desaprobación a un sistema de
salud que es inherente al proceso sociopolítico argentino.
El
responsable de la primera operación de bypass en el mundo se suicidó reclamando
derechos, acciones, reacciones, despertares. "Quizá el pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar
siempre en voz alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad
del privilegio, donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la
mayoría vive en la miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por
el contrario se castiga", redactó Favaloro en otro párrafo que bien
podría ser transversal y contemporáneo a cualquier contexto social.
Su decisión
final fue una medida meditada. Su legado es inspirador. Su reclamo mantiene
validez, actualidad. En sus últimas líneas, les solicita a sus queridos
sobrinos, a sus colaboradores, a sus amigos que "no aflojen", que
tiene la obligación de seguir luchando hasta los 77 años, la edad en que decidió
quitarse la vida. Hoy, hace 18 años. La carta completa:
(Del Dr.
René Favaloro/ julio 29-2000 – 14,30 horas)
Si se lee mi
carta de renuncia a la Cleveland Clinic, está claro que mi regreso a la
Argentina (después de haber alcanzado un lugar destacado en la cirugía
cardiovascular) se debió a mi eterno compromiso con mi patria. Nunca perdí mis
raíces. Volví para trabajar en docencia, investigación y asistencia médica. La
primera etapa en el Sanatorio Güemes, demostró que inmediatamente organizamos
la residencia en cardiología y cirugía cardiovascular, además de cursos de post
grado a todos los niveles. Le dimos importancia también a la investigación
clínica en donde participaron la mayoría de los miembros de nuestro grupo. En
lo asistencial exigimos de entrada un número de camas para los indigentes. Así,
cientos de pacientes fueron operados sin cargo alguno. La mayoría de nuestros
pacientes provenían de las obras sociales. El sanatorio tenía contrato con las
más importantes de aquel entonces.
La relación
con el sanatorio fue muy clara: los honorarios, provinieran de donde
provinieran, eran de nosotros; la internación, del sanatorio (sin duda la mayor
tajada).
Nosotros con
los honorarios pagamos las residencias y las secretarias y nuestras entradas se
distribuían entre los médicos proporcionalmente.
Nunca
permití que se tocara un solo peso de los que no nos correspondía.
A pesar de
que los directores aseguraban que no había retornos, yo conocía que sí los
había. De vez en cuando, a pedido de su director, saludaba a los sindicalistas
de turno, que agradecían nuestro trabajo.
Este era
nuestro único contacto.
A mediados
de la década del 70, comenzamos a organizar la Fundación. Primero con la ayuda
de la Sedra, creamos el departamento de investigación básica que tanta
satisfacción nos ha dado y luego la construcción del Instituto de Cardiología y
cirugía cardiovascular.
Cuando entró
en funciones, redacté los 10 mandamientos que debían sostenerse a rajatabla,
basados en el lineamiento ético que siempre me ha acompañado. La calidad de
nuestro trabajo, basado en la tecnología incorporada más la tarea de los
profesionales seleccionados hizo que no nos faltara trabajo, pero debimos luchar
continuamente con la corrupción imperante en la medicina (parte de la tremenda
corrupción que ha contaminado a nuestro país en todos los niveles sin límites
de ninguna naturaleza). Nos hemos negado sistemáticamente a quebrar los
lineamientos éticos, como consecuencia, jamás dimos un solo peso de retorno.
Así, obras sociales de envergadura no mandaron ni mandan sus pacientes al
Instituto.
¡Lo que
tendría que narrar de las innumerables entrevistas con los sindicalistas de
turno!
Manga de
corruptos que viven a costa de los obreros y coimean fundamentalmente con el
dinero de las obras sociales que corresponde a la atención médica.
Lo mismo
ocurre con el PAMI. Esto lo pueden certificar los médicos de mi país que para
sobrevivir deben aceptar participar del sistema implementado a lo largo y ancho
de todo el país.
Valga un
solo ejemplo: el PAMI tiene una vieja deuda con nosotros (creo desde el año 94
o 95) de 1.900.000 pesos; la hubiéramos cobrado en 48 horas si hubiéramos
aceptado los retornos que se nos pedían (como es lógico no a mí directamente).
Si
hubiéramos aceptado las condiciones imperantes por la corrupción del sistema
(que se ha ido incrementando en estos últimos años) deberíamos tener 100 camas
más. No daríamos abasto para atender toda la demanda.
El que
quiera negar que todo esto es cierto que acepte que rija en la Argentina, el
principio fundamental de la libre elección del médico, que terminaría con los
acomodados de turno.
Lo mismo
ocurre con los pacientes privados (incluyendo los de la medicina prepaga) el
médico que envía a estos pacientes por el famoso ana-ana , sabe, espera,
recibir una jugosa participación del cirujano.
Hace
muchísimos años debo escuchar aquello de que Favaloro no opera más! ¿De dónde
proviene este infundio? Muy simple: el pacientes es estudiado. Conclusión, su
cardiólogo le dice que debe ser operado. El paciente acepta y expresa sus
deseos de que yo lo opere. 'Pero cómo, usted no sabe que Favaloro no opera hace
tiempo?'. 'Yo le voy a recomendar un cirujano de real valor, no se preocupe'.
El cirujano
'de real valor' además de su capacidad profesional retornará al cardiólogo
mandante un 50% de los honorarios!
Varios de
esos pacientes han venido a mi consulta no obstante las 'indicaciones' de su
cardiólogo. '¿Doctor, usted sigue operando?' y una vez más debo explicar que
sí, que lo sigo haciendo con el mismo entusiasmo y responsabilidad de siempre.
Muchos de
estos cardiólogos, son de prestigio nacional e internacional.
Concurren a
los Congresos del American College o de la American Heart y entonces sí, allí
me brindan toda clase de felicitaciones y abrazos cada vez que debo exponer
alguna 'lecture' de significación. Así ocurrió cuando la de Paul D. White
lecture en Dallas, decenas de cardiólogos argentinos me abrazaron, algunos con
lágrimas en los ojos.
Pero aquí,
vuelven a insertarse en el 'sistema' y el dinero es lo que más les interesa.
La
corrupción ha alcanzado niveles que nunca pensé presenciar. Instituciones de
prestigio como el Instituto Cardiovascular Buenos Aires, con excelentes
profesionales médicos, envían empleados bien entrenados que visitan a los
médicos cardiólogos en sus consultorios. Allí les explican en detalles los
mecanismos del retorno y los porcentajes que recibirán no solamente por la
cirugía, los métodos de diagnóstico no invasivo (Holter eco, camara y etc,
etc.) los cateterismos, las angioplastias, etc. etc., están incluidos.
No es la
única institución. Médicos de la Fundación me han mostrado las hojas que les
dejan con todo muy bien explicado. Llegado el caso, una vez el paciente
operado, el mismo personal entrenado, visitará nuevamente al cardiólogo,
explicará en detalle 'la operación económica' y entregará el sobre
correspondiente!
La situación
actual de la Fundación es desesperante, millones de pesos a cobrar de tarea
realizada, incluyendo pacientes de alto riesgo que no podemos rechazar. Es
fácil decir 'no hay camas disponibles'.
Nuestro
juramento médico lo impide.
Estos
pacientes demandan un alto costo raramente reconocido por las obras sociales. A
ello se agregan deudas por todos lados, las que corresponden a la construcción
y equipamiento del ICYCC, los proveedores, la DGI, los bancos, los médicos con
atrasos de varios meses.. Todos nuestros proyectos tambalean y cada vez más
todo se complica.
En Estados
Unidos, las grandes instituciones médicas, pueden realizar su tarea
asistencial, la docencia y la investigación por las donaciones que reciben.
Las cinco
facultades médicas más trascendentes reciben más de 100 millones de dólares
cada una! Aquí, ni soñando. Realicé gestiones en el BID que nos ayudó en la
etapa inicial y luego publicitó en varias de sus publicaciones a nuestro
instituto como uno de sus logros!. Envié cuatro cartas a Enrique Iglesias, solicitando
ayuda (¡tiran tanto dinero por la borda en esta Latinoamérica!) todavía estoy
esperando alguna respuesta. Maneja miles de millones de dólares, pero para una
institución que ha entrenado centenares de médicos desparramados por nuestro
país y toda Latinoamérica, no hay respuesta.
¿Cómo se
mide el valor social de nuestra tarea docente? Es indudable que ser honesto, en
esta sociedad corrupta tiene su precio. A la corta o a la larga te lo hacen
pagar.
La mayoría
del tiempo me siento solo. En aquella carta de renuncia a la C. Clinic , le
decía al Dr. Effen que sabía de antemano que iba a tener que luchar y le
recordaba que Don Quijote era español!
Sin duda la
lucha ha sido muy desigual.
El proyecto
de la Fundación tambalea y empieza a resquebrajarse.
Hemos tenido
varias reuniones, mis colaboradores más cercanos, algunos de ellos compañeros
de lucha desde nuestro recordado Colegio Nacional de La Plata, me aconsejan que
para salvar a la Fundación debemos incorporarnos al ´sistema'.
Sí al
retorno, sí al ana-ana.
'Pondremos
gente a organizar todo'. Hay 'especialistas' que saben como hacerlo. 'Debes dar
un paso al costado. Aclararemos que vos no sabes nada, que no estás enterado'.
'Debes comprenderlo si querés salvar a la Fundación'.
¡Quién va a
creer que yo no estoy enterado!
En este
momento y a esta edad terminar con los principios éticos que recibí de mis
padres, mis maestros y profesores me resulta extremadamente difícil. No puedo
cambiar, prefiero desaparecer.
Joaquín V.
González, escribió la lección de optimismo que se nos entregaba al recibirnos:
'a mí no me ha derrotado nadie'.
Yo no puedo
decir lo mismo. A mí me ha derrotado esta sociedad corrupta que todo lo
controla. Estoy cansado de recibir homenajes y elogios al nivel internacional.
Hace pocos días fui incluido en el grupo selecto de las leyendas del milenio en
cirugía cardiovascular.
El año
pasado debí participar en varios países desde Suecia a la India escuchando
siempre lo mismo. '¡La leyenda, la leyenda!'
Quizá el
pecado capital que he cometido, aquí en mi país, fue expresar siempre en voz
alta mis sentimientos, mis críticas, insisto, en esta sociedad del privilegio,
donde unos pocos gozan hasta el hartazgo, mientras la mayoría vive en la
miseria y la desesperación. Todo esto no se perdona, por el contrario se
castiga.
Me consuela
el haber atendido a mis pacientes sin distinción de ninguna naturaleza. Mis
colaboradores saben de mi inclinación por los pobres, que viene de mis lejanos
años en Jacinto Arauz.
Estoy
cansado de luchar y luchar, galopando contra el viento como decía Don Ata.
No puedo
cambiar. No ha sido una decisión fácil pero sí meditada. No se hable de
debilidad o valentía.
El cirujano
vive con la muerte, es su compañera inseparable, con ella me voy de la mano.
Sólo espero
no se haga de este acto una comedia. Al periodismo le pido que tenga un poco de
piedad.
Estoy
tranquilo. Alguna vez en un acto académico en USA se me presentó como a un
hombre bueno que sigue siendo un médico rural. Perdónenme, pero creo, es
cierto. Espero que me recuerden así.
En estos
días he mandado cartas desesperadas a entidades nacionales, provinciales,
empresarios, sin recibir respuesta.
En la
Fundación ha comenzado a actuar un comité de crisis con asesoramiento externo. Ayer
empezaron a producirse las primeras cesantías. Algunos, pocos, han sido
colaboradores fieles y dedicados. El lunes no podría dar la cara.
A mi familia
en particular a mis queridos sobrinos, a mis colaboradores, a mis amigos,
recuerden que llegué a los 77 años. No aflojen, tienen la obligación de seguir
luchando por lo menos hasta alcanzar la misma edad, que no es poco.
Una vez más
reitero la obligación de cremarme inmediatamente sin perder tiempo y tirar mis
cenizas en los montes cercanos a Jacinto Arauz, allá en La Pampa.
Queda
terminantemente prohibido realizar ceremonias religiosas o civiles.
Un abrazo a
todos
René
Favaloro
FUENTE
INFOBAE/2016
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