VIDELA Y MARTÍNEZ DE HOZ, LA TABLITA, LA 1050 Y EL "DEME DOS"


Pocas veces en la historia se consiguió una simbiosis tan perfecta como la del dictador Jorge Rafael Videla y su ministro de Economía, José Alfredo Martínez de Hoz, el ejecutor de un plan económico que el primero no se cansó de puntualizar que era "el de las Fuerzas Armadas".

(Por: El Sol)

El apoyo de Videla a Martínez de Hoz fue contundente, al punto de tener que sostenerlo no solo contra la opinión de la tímida oposición política de entonces sino también de varios de sus camaradas. El almirante Emilio Massera no ocultaba sus aspiraciones políticas en las que el ministro no entraba en sus planes y desde Tucumán, Antonio Domingo Bussi no escatimaba brutalidades al decir que "mientras yo mato un subversivo, Martínez de Hoz crea otro con su política económica".

Después de un interinato de cinco días del general Joaquín de las Heras, Martínez de Hoz asumió el 29 de marzo de 1976, cuatro días después anunció su programa y permaneció en el cargo hasta el último día de gestión de Videla. La gestión de uno, en consecuencia, es inseparable de la del otro.

Al término de la dictadura, la deuda externa - de cuya estatización, al menos, Martínez de Hoz y Videla no fueron responsables - tuvo un crecimiento de 412 por ciento. Esa suba se sustentó en la primera etapa en los sucesivos préstamos de organismos internacionales y de bancos privados, para financiar una carrera armamentista bajo el eufemismo de reequipamiento de las Fuerzas Armadas y un déficit fiscal que, más allá de los discursos, no hizo más que crecer y consolidarse.

Si el desempleo de entonces no quedó reflejado en las estadísticas - por el contrario, en octubre de 1978 se registró el menor porcentaje de la historia - obedeció a una baja en el nivel de actividad y a la absorción de parte de los desempleados por los tres niveles de la Administración y las empresas públicas. Es que la "racionalización" de la época se limitó al sector privado; el Estado fue en la dirección inversa y la YPF de Suárez Mason fue el mejor ejemplo. Pero el aspecto de la economía en el que Videla y Martínez de Hoz dejaron una huella que aún perdura es el de la especulación financiera. Además de los efectos de la ley de Entidades Financieras de 1977, la combinación de alta inflación, apreciación de la moneda a través de la "tablita" y tasas de interés ostensiblemente positivas, transformó a la Argentina en el paraíso de la plata dulce.

Al respecto, estimaciones de economistas opositores de la época daban cuenta de un negocio redondo: si un inversor cambiaba un millón de dólares por su equivalente en pesos y lo depositaba un año en un banco, al término de la operación triplicaba su tenencia en billetes estadounidenses. Y esto no fue un mero ejercicio teórico. Por el contrario, muchas fortunas crecieron con manejos de esa naturaleza.

El dólar barato combinado con la apertura económica condujo de manera casi inmediata a la destrucción de las economías regionales y de sectores industriales, así como a una ilusoria bonanza de parte de la clase media que se hizo popular en Miami con su "deme dos".

Asimismo, la indexación de los créditos a través de la circular 1050 del Banco Central fue lapidaria para quienes accedieron a la operatoria para comprar su vivienda, que en la mayoría de los casos pasaron a manos de los prestamistas.

Como nadie, Rodolfo Walsh sintetizó en su "Carta abierta de un escritor a la Junta Militar" la relación indivisible entre el plan de Martínez de Hoz y la represión de Videla: "En la política económica de ese gobierno debe buscarse no sólo la explicación de sus crímenes sino una atrocidad mayor que castiga a millones de seres humanos con la miseria planificada". Lo escribió el 24 de marzo de 1977. Desde el día siguiente está desaparecido. 
Por: El Sol
17 de mayo de 2013
Los actuales deudores de préstamos pesificados, ajustados por el CER, no pueden evitar el recuerdo de la célebre circular 1050, emitida por el Banco Central, en enero de 1980, durante la gestión de José Alfredo Martínez de Hoz. Esta circular instituyó un tipo de préstamo en el que las deudas se indexaban por la tasa de interés vigente en el mercado. Pero como esos intereses fueron durante años muy elevados en términos reales, el crecimiento de las deudas superó ampliamente la marcha de los ingresos y de los demás precios de la economía. De hecho, fue mayor que la suba de los precios de los inmuebles hipotecados, por lo que las deudas contraídas para comprarlos sobrepasaron el valor de las viviendas. (https://www.taringa.net)

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