1820 - AÑO BELGRANIANO – 2020
2020 - AÑO DEL BICENTENARIO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
80° ANIVERSARIO DE LA JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE QUILMES
2020 - AÑO DEL BICENTENARIO DE LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES
80° ANIVERSARIO DE LA JUNTA DE ESTUDIOS HISTÓRICOS DE QUILMES
Retrato de Don Manuel
Belgrano
Atribuido a Francois
Casimir Carbonnier
BELGRANO, PIONERO DE LA EDUCACIÓN PÚBLICA
Por Prof. Evaristo Iglesias*
En 1789, es decir, cuando San Alberto realizaba su
piadosa misión en Charcas, Belgrano, próximo a cumplir 19 años de edad, se
recibía de bachiller en Valladolid. Cuatro años después era abogado. Su
interés por el bien público le llevó a estudiar preferentemente materias de
fundamental importancia para su tierra natal: la economía política y la educación popular. La obra de Carlos III,
la revolución francesa y la doctrina de los fisiócratas [1]
fueron factores de poderosa gravitación en su espíritu generoso, que ansiaba -
son sus palabras - “propender en cuanto
pudiese al provecho general” […] “se
apoderaron de mí, agrega, las ideas de libertad, seguridad, propiedad y sólo
veía tiranos en los que se oponían a que el hombre, fuese donde fuese, no
disfrutase de unos derechos que Dios y la naturaleza le habían concedido.”
[2]
En 1794 regresa a su tierra en carácter de
secretario del Consulado que se creaba en Buenos Aires. En la flamante
institución luchó sin descanso y sin éxito inmediato en favor del comercio
libre. Discípulo de Campomanes, [3]
propaga el dogma fisiócrata que revaloriza la agronomía y reclama el
perfeccionamiento del trabajador. Sus iniciativas en el Consulado sobre creación de Escuelas de Náutica, de
Comercio y de Agricultura, la instalación de la Academia de Dibujo y sus trabajos sobre instrucción pública elemental
lo presentan planteando e intentando resolver con criterio científico el
problema social y económico en toda su complejidad y general significación.
En las Memorias que prepara como secretario del
Consulado y en sus artículos del “Correo de Comercio”, publicados en 1810,
expone ideas, sugerencias y juicios críticos inspirados en el propósito de crear la conciencia del problema de la
instrucción pública y de alcanzar soluciones prácticas de inmediato.
Tiene la visión certera de que, dadas las condiciones demográficas; económicas y sociales del país,
corresponde principalmente al Estado arbitrar los medios de promover y difundir
la instrucción pública. Su plan se ajusta cabalmente a la realidad, se
informa en la corriente renovadora de la época y será, en definitiva, el que
tratarán de cumplir los gobiernos patrios hasta 1830.
La importancia de la agronomía en la escuela de los
fisiócratas y el estado de atraso de
nuestra campaña explican el interés de Belgrano por la educación de la familia
rural. Para combatir la ociosidad, el principal recurso es la escuela
gratuita y obligatoria "a donde
puedan los infelices mandar sus hijos, sin tener que pagar cosa alguna por su
instrucción”, dice en su primera Memoria, escrita en 1796. Aparece aquí la escuela en toda la
capacidad generadora de hábitos morales que le confería la tendencia
renovadora y progresista de la época. Cuando solo funcionaban con carácter
público en Buenos Aires los cursos del San Carlos, Belgrano sugiere abrir escuelas para uno y otro sexo en todos los
pueblos de campaña, y en el plan que propone para la educación de la mujer
incluye la enseñanza de lectura y escritura.
LA
ILUSTRACIÓN Y LA ENSEÑANZA
En su tercera Memoria, al establecer estrecha
relación de dependencia entre la ilustración del hombre y el progreso del
comercio y el agro, dice: “Sin que se ilustren los habitantes dé un
país, o lo que es lo mismo, sin enseñanza, nada podríamos
adelantar”. […] Hasta aquí las Ideas de Belgrano se limitan a sostener en términos generales, la necesidad de promover la ilustración del pueblo con fines morales y utilitarios, mediante la enseñanza gratuita.
adelantar”. […] Hasta aquí las Ideas de Belgrano se limitan a sostener en términos generales, la necesidad de promover la ilustración del pueblo con fines morales y utilitarios, mediante la enseñanza gratuita.
Después continuó propagando esas ideas en el
“Telégrafo Mercantil” y en el “Semanario de Agricultura, Industria y Comercio”
que dirigía su amigo Vieytes, ilustrado y patriota defensor de la misma causa.
Pero fue varios años más tarde, en el “Correo de Comercio” periódico fundado el
3 de marzo de 1810, donde desarrolló en forma integral sus ideas sobre
instrucción pública.
ESCUELAS DE
PRIMERAS LETRAS
En los números 17 y 24 de marzo de ese año expone un
plan general sobre escuelas de primeras letras. En este trabajo comienza
Belgrano por una acerba crítica al estado de la enseñanza elemental en el país.
Hay escuelas de primeras leras – dice – pero “sin unas constituciones formales, sin una inspección del gobierno y
entregadas acaso, a la ignorancia misma y quizá sabe, si a los vicios: es
preciso lastimarse de esta situación. La debe saber todo magistrado, todo
ciudadano, para reunirse a poner remedio a tamaño mal y prevenir las
consecuencias funestas que deben resultar de estado tan lamentable y que tiempo
ha, lo estamos tocando.”A tal estado de cosas "debemos atribuir los horrores que observamos casi sin salir del poblado
y todavía mucho más en las poblaciones cortas, y sin límites en los campos,
donde estamos por atrevernos a decirlo, se vive sin ley, Rey ni religión”.
La educación
es para Belgrano “el origen verdadero de
la felicidad pública”, Si no hay enseñanza… “¿cómo se quiere que los hombres tengan amor al trabajo, que las
costumbres sean arregladas, que haya copia de ciudadanos honrados, que las
virtudes ahuyenten los vicios, y que el gobierno reciba el fruto de sus
ciudadanos…?”
“Hubo un
tiempo de desgracia para la humanidad en que se creía que debía mantenerse al
pueblo en la ignorancia, y por consiguiente, en la pobreza, para conservarlo en
el mayor grado de sujeción; pero esa máxima injuriosa al género humano se
proscribió.”
RAMO DE LA FELICIDAD
Elogia después, diplomáticamente,
el empeño de los reyes de España por difundir la ilustración. “Sólo en la época desgraciada: que acabamos
de correr” se ha mirado con abandono “este
ramo de la felicidad”. Desapareció ese tiempo y hay que poner manos a la
obra, promover lo útil, lo ventajoso, y especialmente propagar los
conocimientos que conducen a la virtud, “formar
el hombre moral, al menos con aquellas nociones más generales y precisas, con
que en adelante pueda ser útil al Estado, y seguir a mayores fomentos en ramos
tan preciosos”.
Determinado el fin, el hombre
virtuoso y útil al Estación, puntualiza los medios para alcanzarlo, dentro de
un plan que califica de sencillo y poco costoso. Sólo se necesita “que los cabildos, los jueces comisionados y
los curas de todas las parroquias tomen con empeño un asunto de tanta
consideración de que la enseñanza es una de sus primeras obligaciones para
prevenir la miseria y la ociosidad; y que de no cumplir con un deber tan
santo, faltan a todos los derechos y se hacen reos ante Dios y ante la
sociedad”.
Los anteriores, conceptos -
similares a los de Jovellanos - [4]
se proponen sin duda, en Su exageración, sacudir la indiferencia de
los funcionarios públicos, presentando como primordial deber de la hora el
difundir y sostener la enseñanza elemental, panacea para tantos males y fuente
de toda felicidad.
EDUCACIÓN
GRATUITA Y OBLIGATORIA
Y en seguida el plan concreto y sencillo
para cumplir ese deber: "Pónganse
escuelas de primeras letras costeadas de los propios y arbitrios de las
ciudades y villas, en todas las parroquias de sus respectivas jurisdicciones, y
muy particularmente en la campaña, donde a la verdad residen los principales contribuyentes
a aquellos ramos y a quienes de justicia se les debe una retribución tan
necesaria”. Se trata, como se ve, de instrucción gratuita, que
será, además, obligatoria, según lo expone de inmediato: “Obliguen los jueces a los padres a que
manden sus hijos a la escuela, por todos los medios que la prudencia es capaz
de dictar; y si hubiese algunos que desconociendo tan sagrada obligación, se
resistiesen a su cumplimiento, como verdaderos padres que son el de la Patria,
tomen a su cargo los hijos de ella y pónganlos al cuidado de personas que los
atiendan y executen (sic) lo que
debían practicar aquellos padres desnaturalizados: nunca faltan en los pueblos
y en los campos mismos, personas caritativas que se creerán recompensadas de
sus fatigas con el aprovechamiento del niño y tal qual oficio casero que
desempeñase.”(5)
Aquí
tenemos a nuestro grande hombre definiéndose sin reticencias en la debatida
cuestión sobre el derecho del Estado a imponer la Instrucción elemental. Los
revolucionarios franceses, cuyas ideas tanto influyeron en las de Belgrano, no
sustentaron criterio uniforme en la materia, y si Condorcet [6]
abogaba por el respeto de la personalidad política y religiosa del educando,
Voltaire [7]
como Le Chalotais [8] y
Robespierre,[9] afirmaban
el derecho imprescriptible del estado exigir y orientar una educación nacional.
Desde
luego, el pensamiento de Belgrano, aunque antepone el derecho de la patria al
de la potestad paterna, está referido al aspecto básico de la alfabetización,
al orden intelectual más que al moral o religioso, y no tiene el alcance
político que asignaban a su tesis los exaltados partidarios de la subordinación
absoluta del individuo al Estado; pero tiene sin duda importancia destacar la
exigencia extrema de aquel pensamiento que llega a preconizar la conveniencia
de quitar a los “padres desnaturalizados” los hijos de la Patria para
instruirlos obligatoriamente. Este concepto reaparecerá después, como veremos,
en una resolución gubernativa de Rivadavia.
En
el mismo trabajo reclama Belgrano en favor de la noble causa la prédica de los
párrocos, sugiriendo además que faciliten sus iglesias para exámenes públicos
que versarán, especialmente, sobre doctrina cristiana y obligaciones del
ciudadano.
Para
hacer menos gravosa la aplicación de su plan, sugiere que los mismos
eclesiásticos, por doscientos pesos agregados a su congrua [10]
podrían, en parte, tomar a su cargo la enseñanza. Por otra parte si los gastos,
aún así fuesen excesivos, los padres pudientes abonarían una moderada cuota.
También
esto recurso se aplicó, en épocas de angustia económica, para contribuir a
sostener la enseñanza pública.
A
los maestros en general, no les exigirá Belgrano mucha ciencia. Basta que sean
virtuosos para servir de ejemplo y puedan, enseñar a leer bien y su letra “suficiente es con que se pueda entender”.
Hasta aquí las
ideas fundamentales de Belgrano sobre las escuelas elementales para
varones, ideas de notable similitud con las de Jovellanos. [11]
LA EDUCACIÓN DE LA MUJER
LA EDUCACIÓN DE LA MUJER
En
otro de sus artículos del “Correo de Comercio” aparecido los días 21 y 28 de
julio de 1810, es decir, cuando Belgrano integraba la Junta de Gobierno, trata
con el mismo detenimiento y entusiasmo el
problema de la educación de la mujer, del que se había ocupado, según
hemos dicho, siendo secretario del Consulado, en 1776, “La futura madre – dice - no
podrá desarrollar en sus hijos las virtudes morales, y sociales que no se les
haya enseñado, esas virtudes que proceden de la razón y se llaman la justicia,
la verdad, la buena fe, la decencia, la beneficencia”. Recuerda que el
bello sexo no tiene en Buenos Aires otra escuela pública que la de huérfanas de
San Miguel y algunas privadas cuyas maestras “se dedican a enseñar, sin que nadie averigüe quiénes son y qué es lo
que saben”. Sostiene como más necesaria la fundación de escuelas que
la tan solicitada de la Universidad, pues el aumentar el número de doctores no
importa tanto como la enseñanza de las niñas que mañana han de ser madres.
Reclama se destinen a la fundación de escuelas de niñas los fondos que, como el legado del presbítero Roxas, fueron donados a ese fin, bajo, la protección del gobierno, y termina incitando a los ciudadanos “de toda la España Americana” a discurrir y proponer arbitrios al gobierno para remediar “la terrible falta en que estamos”.
Reclama se destinen a la fundación de escuelas de niñas los fondos que, como el legado del presbítero Roxas, fueron donados a ese fin, bajo, la protección del gobierno, y termina incitando a los ciudadanos “de toda la España Americana” a discurrir y proponer arbitrios al gobierno para remediar “la terrible falta en que estamos”.
Terminan
aquí las publicaciones con que Belgrano procura formar una conciencia social
propicia a la realización de un plan
concreto de instrucción elemental. Vendrán después otros aportes suyos que,
como el reglamento para las escuelas que proyectó crear con su donativo de 40.000
pesos, guardan perfecta armonía con las ideas y las normas que propaló en el
Consulado, en la Sociedad Patriótica, en la prensa, en el gobierno y en sus
campañas de improvisado general de la Revolución. Su acción y su prédica siguen,
en líneas generales, - como Moreno y Rivadavia - la corriente del liberalismo progresista que encara el problema de la
educación del pueblo en forma integral, en sus proyecciones morales, políticas
y económicas.
SU AMPLITUD DE CRITERIO
Su espíritu,
sin mengua del acendrado catolicismo que lo caracterizó, tenía la suficiente
amplitud como para valorar las conquistas de las ciencias positivas y de todo
lo que significara combatir el prejuicio, la falsedad y la superstición.
Hay
en su postura una suerte de saludable eclecticismo que le lleva, en materia de
enseñanza, a recomendar para la formación religiosa del niño el viejo catecismo
de Pouget,[12] y
para la educación del pensamiento lógico, el tratado del sensualista Condillac.
[13]
Al “Dios y el Rey” de las
invocaciones de San Alberto substituye Belgrano, en acertada síntesis, el deber
de velar por los derechos que al hombre concedieron “Dios y la Naturaleza”.
Frente al afán obsesivo de aquel por formar y conservar, incontaminado y sumiso, el buen cristiano y fiel vasallo - ideal propio de un ordenamiento social y político que llegaba a su ocaso - surge la prédica germinal de nuestro prócer sin el lastre de excesivos trascendentalismos y, como la de Cabarrús,[14] se orienta hacia las ciencias útiles y positivas, hacia la escuela pública, base del mejoramiento intelectual y moral común, medio de liberar los espíritus y no recurso para someterlos o enclaustrarlos. Como Campomanes, atacó el problema económico-social en procura de soluciones generales que sólo podían proporcionar una legislación liberal y la educación del pueblo por la escuela del Estado. Por la orientación, el contenido y los medios de realizarlo, será el suyo el plan escolar primario de los primeros gobiernos patrios. (Evaristo Iglesias 22/10/1946)
Frente al afán obsesivo de aquel por formar y conservar, incontaminado y sumiso, el buen cristiano y fiel vasallo - ideal propio de un ordenamiento social y político que llegaba a su ocaso - surge la prédica germinal de nuestro prócer sin el lastre de excesivos trascendentalismos y, como la de Cabarrús,[14] se orienta hacia las ciencias útiles y positivas, hacia la escuela pública, base del mejoramiento intelectual y moral común, medio de liberar los espíritus y no recurso para someterlos o enclaustrarlos. Como Campomanes, atacó el problema económico-social en procura de soluciones generales que sólo podían proporcionar una legislación liberal y la educación del pueblo por la escuela del Estado. Por la orientación, el contenido y los medios de realizarlo, será el suyo el plan escolar primario de los primeros gobiernos patrios. (Evaristo Iglesias 22/10/1946)
* Evaristo Iglesias Hasperué
nació en La Plata el 1 de octubre de 1895. Ejerció la docencia en escuelas en
Quilmes; en 1920 inaugura el Curso Complementario con 6º grado. Fue director de
la Escuela Nocturna Nº 25 ubicada en la calle Cervecería 665 (hoy Gran
Canaria) En 1926 pasa a la Nº 1 con 6º grado a cargo. También ejerce en la
localidad de Campana. Cursó estudios en la Facultad de Filosofía y Letras de
Buenos Aires. Fue Subinspector General de Escuelas de la Provincia de Buenos
Aires e Inspector General en 1941. Al año siguiente asumió como Consejero de la
Dirección General de Escuelas. Fue uno de los docentes que firmaron el acta
fundacional del Colegio Nacional de Quilmes, el 11 de febrero de 1922. El 29 de
abril de 1928 el periódico ABC (antecesor de El Sol) publicó su trabajo: “El
patriotismo y la historia en la escuela primaria”. Fue un asiduo colaborador de
la Junta de Estudios Históricos de Quilmes, de la que su hermano Antonio fue
co-fundador. Para esa Institución realizó la investigación titulada “Escuela de
primeras letras en Quilmes”, referente básico para orientar todos las
posteriores trabajos al respecto, que se publicó en uno de los Boletines de la
Junta. En agosto de 1946 fue designado Director
del Museo Alte. Guillermo Brown, que el 25 de mayo se instaló en un local de la
calle Brown 470 de Quilmes. Cargo que mantuvo durante un año, tiempo suficiente
para guiar junto con el Dr. Craviotto y don Luis E. Otamendi la organización y
catalogación de las piezas obtenidas. Tuvo a su cargo la dirección de las
Misiones Monotécnicas para varones que creó en 1949 el Ministerio de Educación
de la Nación en las localidades de Oberá y Concepción de la Sierra, ambas en la
especialidad de mecánica de automotores. Tarea que quedó interrumpida por su
repentina muerte el 22 de febrero de 1949. (Ver en este blog del viernes, 7 de
septiembre de 2012 “Los
Iglesias - Dinastía de educadores y científicos”)
Compilación y notas Prof. Chalo Agnelli
Presidente de la Asociación Historiadores Los Quilmeros
Asesor de la Junta de Estudios Históricos de Quilmes
Vice. de la Biblioteca Popular Pedro Goyena.
Director del Blog EL QUILMERO (2009-2019)
FUENTE
Iglesias, Evaristo.
(22/10/1946) “La Escuela Pública bonaerense hasta la caída de Rosas” Librería
“El Ateneo” Editorial. Buenos Aires. Pp35 a 42
NOTAS
[1] La fisiocracia o fisiocratismo era una escuela de pensamiento económico
del siglo XVIII fundada por François Quesnay en Francia. Afirmaba la existencia
de una ley natural por la cual el buen funcionamiento del sistema económico
estaría asegurado sin la intervención del Estado.
[2] Manuel Belgrano:
Autobiografía, en Memorias y
autobiografías, Buenos Aires, 1910 T. I. Pág. 93.
[3] Pedro Rodríguez de Campomanes y Pérez (1 de
julio de 1723 - 3 de febrero de 1802) fue un político, jurisconsulto y
economista español. Entre sus logros como ministro de Hacienda figuran el haber
establecido subsidios para las zonas agrícolas más desfavorecidas, el conseguir
liberar el comercio y la agricultura de los impuestos que impedían su
crecimiento y el decreto de libre circulación de los cereales.
[4] Gaspar Melchor de Jovellanos (5 de enero de
1744 - 27 de noviembre de 1811) fue un escritor, jurista y político ilustrado
español. Algunos de sus pensamientos fueron recogidos por Belgrano: “¿Qué
sería de una Nación que en vez de geómetras, astrónomos, arquitectos y
mineralogistas no tuviese sino teólogos y jurisconsultos?”
[5] Don Andrés Baranda, prohombre
quilmeño, siendo juez de paz, junto a su secretario, el maestro Robustiano
Pérez, imbuidos de la prédica sarmientina, dictó en 1860 la ordenanza que
establecía la educación obligatoria, haciendo pasibles de sanción a los padres
que se resistieran a enviar a sus hijos a la escuela. De esta manera se
adelantó 16 años a Ley De Educación Común de Buenos Aires de 1875, y 24 años a
la Ley 1420, piedra basal del sistema educativo nacional. (de EL QUILMERO del
lunes, 2 de mayo de 2011 “Don Andrés Baranda, un fundador del Quilmes de Antaño)
[6] Marie-Jean-Antoine Nicolas de Caritat, marqués
de Condorcet, (17 de septiembre de 1743 - 29 de marzo de 1794) Educador francés
del siglo XVIII, sociólogo, dirigente de la Revolución Francesa. Conocido por
sus trabajos sobre matemáticas superiores y astronomía, fue un filósofo,
científico, político y politólogo, enciclopedista, ilustrado, racionalista y,
quizás, más reformista radical-liberal que revolucionario, Condorcet tropezó
con varias piedras desde la toma de la Bastilla: vio rechazado su proyecto de
reforma educativa, fue rechazado su proyecto de Constitución y, contrario a la
pena de muerte, se opuso a la ejecución de Luis XVI.
[7] François-Marie Arouet, más conocido como
Voltaire (21 de noviembre de 1694 - 30 de mayo de 1778) fue un escritor,
historiador, filósofo y abogado francés, que perteneció a la masonería y figura
como uno de los principales representantes de la Ilustración, un período que
enfatizó el poder de la razón humana y de la ciencia en detrimento de la
religión.
[8] Louis-René de Caradeuc de La
Chalotais fue un jurista francés. En
1763 publicó un notable "Ensayo sobre la educación nacional", en el
que propuso un programa de estudios científicos como sustituto de los enseñados
por los jesuitas.
[9] Maximilien François Marie
Isidore de Robespierre, 6 de mayo de 1758, fue un abogado, escritor, orador y
político francés. Ejerció como defensor legal, especialmente de los sectores
más desposeídos. Trató de imponer una república democrática y virtuosa: «El
terror, sin virtud, es desastroso. La virtud, sin terror, es impotente.» La
propuesta republicana de Robespierre asumía los valores de la Ilustración y los
desarrollaba políticamente en la práctica, coronándola espiritualmente con la
institución del culto al Ser Supremo, en realidad una concesión teísta frente a
los sectores más abiertamente antirreligiosos.
[10] Renta que debe tener el que recibe órdenes religiosas.
[11] En efecto, el gran economista
español había proclamado su fe ilimitada en "la instrucción pública y
abierta” — en oposición a la excluyente de los seminarios —; no pedía grandes
sabios para maestros, sino "hombres buenos, pacientes y virtuosos"; y
había sugerido, en fin, como nuestro prócer, la conveniencia de utilizar el
clero, mediante retribución adicional sobre sus diezmos, para impartir
enseñanza en cada pueblo y en cada feligresía”, bajo la dirección de los
párrocos y jueces locales.
[12] François-Aimé Pouget (1666- 1723) sacerdote, escribió varias
obras, entre ellas una historia de los dogmas, ceremonias y usos de la Iglesia
Católica impresa en París en 1702 por mandato del obispo Colbert, para el uso
de los antiguos y nuevos católicos de su diócesis, y de aquellos que tenían la
obligación de instruirlos, con dos catecismos abreviados para el uso de los
niños.
[13] Étienne Bonnot de Condillac (30
de septiembre de 1714 - 3 de agosto de 1780, abate de Mureau, fue un sacerdote,
filósofo y economista francés su obra fundamental es Tratado de las
sensaciones (1754), obra en la que sostiene que todos los conocimientos y
todas las facultades humanas provienen de los sentidos exteriores o, mejor, de
las sensaciones, por lo cual no hay ideas innatas.
[14] Francisco Cabarrús Lalanne (1752 - 27 de abril de 1810) Creó
asimismo la Compañía de Comercio de Filipinas e inició el Canal de Cabarrús,
hoy en día Canal de Isabel II.
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