"EMOCIÓN PARA AYUDAR A COMPRENDER" POR RAÚL SCALABRINI ORTIZ - 17 DE OCTUBRE DE 1945

 Corría el mes de octubre de 1945. El sol caía a plomo sobre la Plaza de Mayo, cuando inesperadamente enormes columnas de obreros comenzaron a llegar. Venían con su traje de fajina, porque acudían directamente desde sus fábricas y talleres. No era esa muchedumbre un poco envarada que los domingos invade los parques de diversiones con hábitos de burgués barato.

Frente a mis ojos desfilaban rostros atezados, brazos membrudos, torsos fornidos, con las greñas al aire y las vestiduras escasas cubiertas de pringues, de restos de brea, de grasas y de aceites. Llegaban cantando y vociferando unidos en una sola fe. Era la muchedumbre más heteróclita que la imaginación puede concebir. Los rastros de sus orígenes se traslucían en sus fisonomías. Descendientes de meridionales europeos iban junto al rubio de trazos nórdicos y al trigueño de pelo duro en que la sangre de un indio lejano sobrevivía aún.

El río cuando crece bajo el empuje del sudeste disgrega su masa de agua en finos hilos fluidos que van cubriendo los bajíos con meandros improvisados sobre la arena, en una acción tan minúscula que es ridícula y desdeñable para el no avezado que ignora que ese es el anticipo de la inundación. Así avanzaba aquella muchedumbre en hilos de entusiasmo, que arribaban por la Avenida de Mayo, por Balcarce, por la Diagonal... Un pujante palpitar sacudía la entraña de la ciudad.

Un hálito áspero crecía en densas vaharadas, mientras las multitudes continuaban llegando. Venían de las usinas de Puerto Nuevo, de los talleres de Chacarita y Villa Crespo, de las manufacturas de San Martín y Vicente López, de las fundiciones y acerías del Riachuelo, de las hilanderías de Barracas. Brotaban de los pantanos de Gerli y Avellaneda o descendían de las Lomas de Zamora. Hermanados en el mismo grito y en la misma fe, iban el peón de campo de Cañuelas y el tornero de precisión, el fundidor, el mecánico de automóviles, el tejedor, la hilandera y el empleado de comercio.

Era el subsuelo de la patria sublevado. Era el cimiento básico de la nación que asomaba, como asoman las épocas pretéritas de la tierra en la conmoción del terremoto. Era el substracto de nuestra idiosincrasia y de nuestras posibilidades colectivas allí presente en su primordialidad sin reatos y sin disimulo. Era el de nadie y el sin nada, en una multiplicidad casi infinita de gamas y matices humanos, aglutinados por el mismo estremecimiento y el mismo impulso, sostenidos por la misma verdad que una sola palabra traducía. En las cosas humanas el número tiene una grandeza particular por sí mismo. En ese fenómeno majestuoso a que asistía, el hombre aislado es nadie, apenas algo más que un aterido grano de sombra que a sí mismo se sostiene y que el impalpable viento de las horas desparrama. Pero la multitud tiene un cuerpo y un ademán de siglos.

Éramos briznas de multitud y el alma de todos nos redimía. Presentía que la historia estaba pasando junto a nosotros y nos acariciaba suavemente como la brisa fresca del río. Lo que yo había soñado e intuido durante muchos años, estaba allí presente, corpóreo, tenso, multifacetado, pero único en el espíritu conjunto. Eran los hombres que están solos y esperan que iniciaban sus tareas de reivindicación. El espíritu de la tierra estaba presente como nunca creí verlo.

Por inusitado ensalmo, junto a mí, yo mismo dentro, encarnado en una muchedumbre clamorosa de varios cientos de miles de almas, conglomeradas en un solo ser unívoco, aislado en sí mismo, rodeado por la animadversión de los soberbios de la fortuna, del poder, y del saber, enriquecido por las delegaciones impalpables del trabajo de las selvas, de los cañaverales, de las praderas, amalgamando designios adversarios, traduciendo en la firme línea de su voz conjunta su voluntad de grandeza, entrelazando en una sola aspiración simplificada la multivariedad de aspiraciones individuales, o consumiendo en la misma llama los cansancios y los desalientos personales, el espíritu de la tierra se erguía vibrando sobre la plaza de nuestras libertades, pleno en la confirmación de su existencia.

La substancia del pueblo argentino, su quintaesencia de rudimentarismo estaba allí presente, afirmando su derecho a implantar para sí mismo la visión del mundo que le dicta su espíritu desnudo de tradiciones, de orgullos sanguíneos, de vanidades sociales, familiares o intelectuales. Estaba allí desnudo y solo, como la chispa de un suspiro: hijo transitorio de la tierra capaz de luminosa eternidad.


FUENTE                

Raúl Scalabrini Ortiz, Raúl (2009) “Tierra si nada. Tierra de profetas – Devoción para el hombre argentino” Ed. Lancelot. Buenos Aires.

 

ANÍBAL QUIJANO: EL TEÓRICO DEL BIEN VIVIR POR MARCO SIPAN

El 31 de mayo de 2018 murió Aníbal Quijano, sociólogo peruano y autor de un texto clave para comprender los desafíos actuales latinoamericanos. Su tesis sobre la colonialidad del poder representa un nuevo punto de partida para analizar política, social y económicamente la globalización y sus efectos en el orden mundial que se inició con la llamada colonización de América. Quijano nos desafiaba así a analizar la crisis actual de ese padrón de poder como una oportunidad para desarmarlo y organizar prácticas sociales transformadoras que no reproduzcan las divisiones de raza, sexo y subjetividades que construyeron las desigualdades que nos sometieron durante siglos. Este artículo de Marco Sipan resume lo central de la tesis decolonial de Quijano. Proponer hoy su lectura es nuestro homenaje para despedirlo. lavaca 2/6/2018

Por Marco Sipan, sociólogo peruano

El doctor Aníbal Quijano es un reconocido científico social que ha tenido la capacidad de participar de varios momentos de reflexión y debate sobre temas que involucraron a toda la región y ha construido teorías, conceptos y perspectivas sobre diversas temáticas que son puntos de referencia para nuevas generaciones de investigadores.

El enfoque de Aníbal Quijano es una profunda crítica a la perspectiva epistemológica eurocéntrica. Para él, no es posible comprender la coyuntura latinoamericana sin tener en cuenta el desarrollo del capitalismo mundial. Por ello dice que la globalización en curso es, en primer término, la culminación de un proceso que comenzó con la constitución de América y la del capitalismo colonial/moderno/eurocentrado como un nuevo patrón de poder mundial.

 LA IDEA DE RAZA. La dominación colonial impuso la idea de raza, como codificación que permitió una racialización del trabajo, con lo cual generó una dimensión de poder mundial.

La idea de raza fue la que clasificó a la población por un lado, los indios, negros, mestizos y por el otro los europeos. A estas identidades se asociaron jerarquías, lugares y roles sociales correspondientes: esto constituyó el patrón de dominación colonial. Es decir, la idea de raza legitimó las relaciones de dominación impuestas por la conquista. Se construyeron subjetividades sobre la naturalidad de seres inferiores y superiores que permitió el desarrollo de prácticas cruentas de parte de los europeos hacia las poblaciones originarias. La idea de raza fue una idea eficaz de dominación y con la expansión mundial de los europeos estructuró el mundo.

Referirnos al patrón de poder moderno/colonial, es hablar de relaciones sociales que articulan cuatro elementos, el control de las relaciones de:

1) Trabajo,

2) Género,

3) Autoridad colectiva,

4) Subjetividad/intersubjetividad.

El patrón de poder unifica el conjunto de órdenes constitutivos de una determinada sociedad. Se trata de un sistema complejo donde se ha configurado un universo de relaciones intersubjetivas centrada en la dominación de las poblaciones europeas sobre las no europeas. En ese sentido Quijano señala tres aspectos principales de la violencia simbólica que se impuso:

1. La expropiación de sus descubrimientos culturales en beneficio del desarrollo del capitalismo;

2.La represión de las formas de producción de conocimientos de los colonizados, sus patrones de producción de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y objetivación de la subjetividad;

3.El aprendizaje forzado de la cultura de los dominadores por los dominados.

EL PATRÓN DEL PODER. Los colonizadores codificaron como color los rasgos fenotípicos de los colonizados. Los dominantes se llamaron a sí mismos blancos. La idea de raza fue un modo de otorgar legitimidad a las relaciones de dominación impuesta por la conquista. La expansión de colonialismo europeo en el mundo, llevó a la elaboración de la perspectiva eurocéntrica de conocimiento, se elaboró teóricamente la justificación de la idea de raza como naturalización, basada en la superioridad/inferioridad entre dominados y dominantes, siendo esto un instrumento perdurable y eficaz de dominación social universal.

En el proceso de constitución histórica de América, todas las formas de control y de explotación del trabajo y de control de la producción-apropiación-distribución de productos, fueron articuladas alrededor de la relación capital-salario y del mercado mundial. En esta forma de capitalismo se incluyeron la esclavitud, la servidumbre, la renta, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad y el salario. Todas estas formas de control del trabajo eran histórica y sociológicamente nuevas. Se configuro así, un nuevo patrón global de control de trabajo, a su vez un elemento fundamental de un nuevo patrón de poder.

A las nuevas identidades históricas producidas sobre la base de la idea de raza se les fueron designadas roles y lugares en la nueva estructura global del control del trabajo. La raza y la división del trabajo quedaron asociadas. Se impuso una sistemática división racial del trabajo. A los indios se les designó la servidumbre, permitiéndole relaciones de reciprocidad en sus comunidades con la intención de reproducir su fuerza de trabajo en tanto siervos. Los negros fueron reducidos a la esclavitud. Los europeos podían acceder a salarios, ser comerciantes, artesanos y agricultores independientes, es decir productores independientes de mercancías, solo los nobles podían participar en los puestos altos y medios de la administración colonial, civil y militar. La distribución racista del trabajo al interior del capitalismo colonia/moderno se mantuvo a lo largo de todo el periodo colonial.

La conquista de América, el control de los minerales y de las mercancías producidas por el trabajo gratuito de indios, negros y mestizos otorgó a los conquistadores una ventaja para el control del tráfico comercial mundial y con ello hizo posible concentrar el control del capital comercial en el mercado mundial.

Se conformaron nuevos procesos de urbanización en las zonas del Atlántico, que tenían conexión al tráfico comercial que procedía de América, estableciéndose una nueva identidad: “Europa” y luego “Occidente”, identidad que va asumiendo un papel hegemónico en el mercado mundial.

TRABAJO ASALARIADO Y RAZA. En Europa las relaciones de control de trabajo se establecían a través del capital-salario, en el resto de las regiones y poblaciones del mercado mundial, que se establecían colonizadas al dominio europeo se establecían bajo relaciones no salariales. En estas regiones las relaciones salariales estaban establecidas para los blancos.

El control del trabajo en el nuevo patrón de poder mundial se constituyó, así, articulando todas las formas históricas de control del trabajo en torno de la relación capital-trabajo asalariado, y de ese modo bajo el dominio de ésta. En tanto esto el capitalismo mundial fue, desde su origen, colonial/moderno y eurocentrado.

Europa pudo imponer su dominio colonial sobre todas las regiones y poblaciones del planeta, incorporándolas al sistema mundo que así se constituía y a su especifico patrón de poder, eso implicó la re-identificación histórica, dándoles identidades geo-culturales a los otros (no europeos), creando la idea de modernidad como punto de llegada de la historia, la cual representaba Europa (en especial Europa Occidental), con una racionalidad y cultural “supuestamente” desarrolladas, lo cual articuló una hegemonía como forma de control de la subjetividad de la cultura y en especial del conocimiento y de la producción del conocimiento. Los colonizadores expropiaron a las poblaciones colonizadas, reprimieron sus formas de producción de conocimiento, sus patrones de producción de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de expresión y de objetivos de la subjetividad.

Los europeos occidentales imaginaban ser la culminación de una trayectoria civilización desde un estado de naturaleza, eso les llevó también a pensarse como los modernos de la humanidad y de la historia, esto es, como lo nuevo y al mismo tiempo lo más avanzado de la especie. En este sentido, el concepto de modernidad es referido de este modo a las ideas de novedad, lo racional-científico, laico, secular, que son las ideas de experiencias normalmente asociadas a ese concepto y que también han sido alcanzadas en distintas épocas y por diferentes culturas, las llamadas altas culturas (China, India, Egipto, Maya, Tawuantinsuyo, entre otras), y no solo exclusiva de los europeos. Sin embargo, quienes defienden la modernidad europea mencionan la idea de libertad y democracia en estos Estados nacionales. Aquí Aníbal Quijano expresa que esta modernidad esta es regida por la colonialidad del poder, el capitalismo y el eurocentrismo, e implica una heterogeneidad histórico-estructural de dominación.

En América se estableció la esclavitud deliberadamente y la organizó como mercancía para producir mercancía para el mercado mundial. Así mismo, la servidumbre fue impuesta sobre los indios, inclusive la redefinición de las instituciones de la reciprocidad, para servir a sus mismos fines y para producir mercancías para el mercado mundial. Igual con la producción de mercancías de manera independiente, esto se expandió al mundo. Todo esto configuró el capitalismo, su patrón de poder y la colonialidad del poder.

Después de la Segunda Guerra Mundial, la sociedad es considerada como una totalidad histórica, en la medida en que está constituida por diversos ordenes de fenómenos imbricados mutuamente, pero no de manera homogénea, sino en forma conflictiva y contradictoria, constituyendo una estructura de poder social.

LA DECOLONIALIDAD DEL PODER. Quijano plantea que el conocimiento de la realidad social solo es accesible, plenamente, desde el interior de una práctica social transformadora. Es decir, quien quiera adquirir un conocimiento pleno de la realidad social, tiene que dedicarse a la práctica social transformadora. Por esta razón surge un tema central: la descolonización del poder, como forma efectiva de democratización de la sociedad. Eso significa devolverle a la gente misma, el control de las instancias básicas de su existencia social: trabajo, sexo, subjetividad y autoridad.

Quijano nos presenta estas ideas al respecto, “para desarrollarse y consolidarse, la Des/Colonialidad del poder implicaría prácticas sociales configuradas por:

1. La igualdad social de individuos heterogéneos y diversos, contra la desigualizante clasificación e identificación racial, sexual y social de la población mundial;

2. Por consiguiente, las diferencias, ni las identidades, no serían más la fuente o el argumento de la desigualdad social de los individuos;

3. Las agrupaciones y/o identidades serían el producto de las decisiones libres y autónomas de individuos libres y autónomos;

4. La reciprocidad entre grupos y/o individuos socialmente iguales, en la organización del trabajo y en la distribución de los productos;

5. La redistribución igualitaria de los recursos y productos, tangibles e intangibles, del mundo, entre la población mundial;

6. La tendencia de asociación comunal de la población mundial, en escala local, regional, o globalmente, como el modo de producción y gestión directas de la autoridad colectiva y, en ese preciso sentido, como el más eficaz mecanismo de distribución y redistribución de derechos, obligaciones, responsabilidades, recursos, productos, entre los grupos y sus individuos, en cada ámbito de la existencia social, sexo, trabajo, subjetividad, autoridad colectiva y corresponsabilidad en las relaciones con los demás seres vivos y otras entidades del planeta o del universo entero.

EL BIEN VIVIR. Realmente interesante la lectura de la obra de Aníbal Quijano, un peruano que ha entrado a la vitrina de los principales teóricos sociales.

 Compilación Prof. Chalo Agnelli

FUENTE

https://www.lavaca.org

 

REVOLUCIÓN DEL PENSAMIENTO

FUNDACIÓN DE FORJA 29 JUNIO DE 1935

T

odo taller de forja parece un mundo que se derrumba", había dicho Don Hipólito Yrigoyen. Y a Arturo Jauretche le pareció que la metáfora bien valía ser eternizada. De allí que la Fuerza de Orientación Revolucionaria de la Joven Argentina (FORJA) na­ciera bajo su advocación.

Promediaba la “década infame” - como muy acertadamente la denominara José Luis Torres -[1] que, después del derrocamiento del Peludo (como se lo conocía a Don Hipólito) y del interregno de la dictadura uriburista, había eclosionado en la política del ‘justismo” de “fraude patriótico’’, de concordancia con los “tibios” y persecución y cárcel (no exenta de torturas), asesinatos incluidos, como el de Enzo Bordabehere en pleno recinto del Senado de la Nación, para losremisos” en aceptar la política del régimen.

La resistencia de ese grupo de jóvenes yrigoyenistas, afiliados radicales al principio y abiertos a todos los luchadores por la nacionalidad después, entre los que cabe recordar a Arturo Jauretche (alma mater de la organización), Juan B. Fleitas (ex-ministro de Yrigoyen), Manuel Ortiz Pereyra, Homero Manzioni (el siem­pre querido Homero Manzi), Félix Ramírez García (los cinco promotores originales que reunieron a los 113 miembros de la asamblea fundadora, un 29 de junio de 1935, en un sótano cercano a Corrientes y Callao), Gabriel del Mazo, Luis Dellepiane (alejados estos dos últimos por las discrepancias acerca de la neutralidad en la guerra que en­sombrecía los horizontes europeos), Oscar López Serrot, Arturo García Mellid, Jorge del Río y Raúl Scalabrini Ortiz, escribió una de las páginas más románticas y épicas de nuestra historia política. “Somos una Argentina colonial: queremos ser una Argentina libre”, fue su lema primigenio, y en tomo a él se núcleo la juventud antioligárquica y antiimperialista, nacional y latinoamericanista, que no se resignaba a ver declinadas, y olvidadas por cierta dirigencia “pactista”, banderas de soberanía popular que había levantado el yrigoyenismo.

Fueron, quizás sin soñarlo, el puente histórico y doc­trinal entre ese ideario y el peronismo naciente. Comenzaron con una epopeya y die­ron por concluida su misión con otra. Se disolvieron apenas un mes después del 17 de octubre de 1945. Ya no tenían razón de ser: el pueblo había vuelto a empuñar aque­llas viejas y queridas banderas. La historia tenía nuevos y decisivos protagonistas. OSCAR SBARRA MITRE  (1941-2014)

Compilación Chalo Agnelli

FUENTE

Sbarra Mitre, Oscar (1999) Efemérides de fin de milenio Página 12

NOTA


[1] Periodista tucumano, quien denunció el fraude perpetrado por la corporación Bemberg con el impuesto a la herencia, manifiesto en su libro “Los Perduellis” publicado en 1943; que posteriormente determinó la expropiación, en cobro de la estafa cometida, de alguna de las empresas de dicha corporación.

“PERDONÁ SI AL EVOCARTE SE ME PIANTA UN LAGRIMÓN...”

24 DE JUNIO ANIVERSARIO DEL FALLECIMIENTO DE CARLOS GARDEL


Fue la indiscutida voz de Buenos Aires. También su sonrisa. Y su imagen. Sus jóvenes cuarenta y cinco años preanunciaban un largo “reinado” en la adhesión y el afecto de la gente. Era el zorzal criollo. Indiscutido y aclamado. Y como el ave, cantó hasta mo­rir. Curioso: nació en Francia y murió fuera de la Patria. Sin embargo, es imposible hablar de la Argentina de este siglo sin mencionarlo. Tan nacional como el mate y el propio tango, fue el paradigma de una época del canto popular. Quizás, como Enrico Caruso, Maurice Chevallier o Frank Sinatra, Carlos Gardel personificó la idiosincrasia de un pueblo que se autoreconocía en él “Te glosó en poemas Carlos de la Púa/y el pobre Contursi fue tu amigo fiel; en tu esquina rea cualquier cacatúa/sueña con la pinta de Carlos Gardel”, decía el inolvidable “negro” Celedonio Flores de la esquina de Corrientes y Esmeralda para acreditar su inexorable porteñidad. Y es que Gardel cons­tituía un prototipo más allá del canto: por propia presencia, por la sola “pinta”. Se marchó en la lejana Medellín, en compañía del magnífico poeta que fue su “cómplice" en la creación: Alfredo Lepera. Como si el dúo -guitarristas incluidos- hubiera incor­porado al Paraíso en su gira. Triste 24 de junio de 1935. Tétrico, sombrío, aplastan­te, para los argentinos. Desde entonces Carlitos sólo nos sonríe en el celuloide, y nos acompaña desde el disco. También desde entonces Dios disfruta, exclusivamente, de su canto.

OSCAR SBARRA MITRE (1941/2914)

Sbarra Mitre, O. (1999) “Efemérides de fin de milenio”. Biblioteca Nacional

EL BOMBARDEO DE PLAZA DE MAYO - 16 DE JUNIO DE 1955 – 67 AÑOS

Dr. Eduardo Luis Duhalde (5/10/1939 - 3/4/2012) Pocas veces en la historia mundial miembros de las Fuerzas Armadas de un país, con la co...