El 31 de mayo de 2018 murió Aníbal Quijano, sociólogo peruano y autor de
un texto clave para comprender los desafíos actuales latinoamericanos. Su tesis
sobre la colonialidad del poder representa un nuevo punto de partida para
analizar política, social y económicamente la globalización y sus efectos en el
orden mundial que se inició con la llamada colonización de América. Quijano nos
desafiaba así a analizar la crisis actual de ese padrón de poder como una
oportunidad para desarmarlo y organizar prácticas sociales transformadoras que
no reproduzcan las divisiones de raza, sexo y subjetividades que construyeron
las desigualdades que nos sometieron durante siglos. Este artículo de Marco
Sipan resume lo central de la tesis decolonial de Quijano. Proponer hoy su
lectura es nuestro homenaje para despedirlo. lavaca 2/6/2018
Por
Marco Sipan, sociólogo peruano
El doctor Aníbal Quijano es un
reconocido científico social que ha tenido la capacidad de participar de varios
momentos de reflexión y debate sobre temas que involucraron a toda la región y
ha construido teorías, conceptos y perspectivas sobre diversas temáticas que
son puntos de referencia para nuevas generaciones de investigadores.
El enfoque de Aníbal Quijano es una
profunda crítica a la perspectiva epistemológica eurocéntrica. Para él, no es
posible comprender la coyuntura latinoamericana sin tener en cuenta el
desarrollo del capitalismo mundial. Por ello dice que la globalización en curso
es, en primer término, la culminación de un proceso que comenzó con la
constitución de América y la del capitalismo colonial/moderno/eurocentrado
como un nuevo patrón de poder mundial.
LA IDEA DE RAZA. La dominación colonial impuso la idea de
raza, como codificación que permitió una racialización del trabajo, con lo cual
generó una dimensión de poder mundial.
La idea de raza fue la que clasificó a
la población por un lado, los indios, negros, mestizos y por el otro los
europeos. A estas identidades se asociaron jerarquías, lugares y roles sociales
correspondientes: esto constituyó el patrón de dominación colonial. Es decir,
la idea de raza legitimó las relaciones de dominación impuestas por la
conquista. Se construyeron subjetividades sobre la naturalidad de seres
inferiores y superiores que permitió el desarrollo de prácticas cruentas de
parte de los europeos hacia las poblaciones originarias. La idea de raza fue
una idea eficaz de dominación y con la expansión mundial de los europeos
estructuró el mundo.
Referirnos al patrón de poder
moderno/colonial, es hablar de relaciones sociales que articulan cuatro
elementos, el control de las relaciones de:
1)
Trabajo,
2)
Género,
3)
Autoridad colectiva,
4)
Subjetividad/intersubjetividad.
El patrón de poder unifica el conjunto
de órdenes constitutivos de una determinada sociedad. Se trata de un sistema
complejo donde se ha configurado un universo de relaciones intersubjetivas
centrada en la dominación de las poblaciones europeas sobre las no europeas. En
ese sentido Quijano señala tres aspectos principales de la violencia simbólica
que se impuso:
1. La
expropiación de sus descubrimientos culturales en beneficio del desarrollo del
capitalismo;
2.La
represión de las formas de producción de conocimientos de los colonizados, sus
patrones de producción de sentidos, su universo simbólico, sus patrones de
expresión y objetivación de la subjetividad;
3.El
aprendizaje forzado de la cultura de los dominadores por los dominados.
EL PATRÓN DEL PODER. Los colonizadores codificaron como
color los rasgos fenotípicos de los colonizados. Los dominantes se llamaron a
sí mismos blancos. La idea de raza fue un modo de otorgar legitimidad a las
relaciones de dominación impuesta por la conquista. La expansión de
colonialismo europeo en el mundo, llevó a la elaboración de la perspectiva
eurocéntrica de conocimiento, se elaboró teóricamente la justificación de la
idea de raza como naturalización, basada en la superioridad/inferioridad entre
dominados y dominantes, siendo esto un instrumento perdurable y eficaz de
dominación social universal.
En el proceso de constitución
histórica de América, todas las formas de control y de explotación del trabajo
y de control de la producción-apropiación-distribución de productos, fueron
articuladas alrededor de la relación capital-salario y del mercado mundial. En
esta forma de capitalismo se incluyeron la esclavitud, la servidumbre, la
renta, la pequeña producción mercantil, la reciprocidad y el salario. Todas
estas formas de control del trabajo eran histórica y sociológicamente nuevas.
Se configuro así, un nuevo patrón global de control de trabajo, a su vez un
elemento fundamental de un nuevo patrón de poder.
A las nuevas identidades históricas
producidas sobre la base de la idea de raza se les fueron designadas roles y
lugares en la nueva estructura global del control del trabajo. La raza y la
división del trabajo quedaron asociadas. Se impuso una sistemática división
racial del trabajo. A los indios se les designó la servidumbre, permitiéndole
relaciones de reciprocidad en sus comunidades con la intención de reproducir su
fuerza de trabajo en tanto siervos. Los negros fueron reducidos a la
esclavitud. Los europeos podían acceder a salarios, ser comerciantes, artesanos
y agricultores independientes, es decir productores independientes de
mercancías, solo los nobles podían participar en los puestos altos y medios de
la administración colonial, civil y militar. La distribución racista del
trabajo al interior del capitalismo colonia/moderno se mantuvo a lo largo de
todo el periodo colonial.
La conquista de América, el control de
los minerales y de las mercancías producidas por el trabajo gratuito de indios,
negros y mestizos otorgó a los conquistadores una ventaja para el control del
tráfico comercial mundial y con ello hizo posible concentrar el control del
capital comercial en el mercado mundial.
Se conformaron nuevos procesos de
urbanización en las zonas del Atlántico, que tenían conexión al tráfico
comercial que procedía de América, estableciéndose una nueva identidad:
“Europa” y luego “Occidente”, identidad que va asumiendo un papel hegemónico en
el mercado mundial.
TRABAJO ASALARIADO Y RAZA. En Europa las relaciones de control
de trabajo se establecían a través del capital-salario, en el resto de las
regiones y poblaciones del mercado mundial, que se establecían colonizadas al
dominio europeo se establecían bajo relaciones no salariales. En estas regiones
las relaciones salariales estaban establecidas para los blancos.
El control del trabajo en el nuevo
patrón de poder mundial se constituyó, así, articulando todas las formas
históricas de control del trabajo en torno de la relación capital-trabajo
asalariado, y de ese modo bajo el dominio de ésta. En tanto esto el capitalismo
mundial fue, desde su origen, colonial/moderno y eurocentrado.
Europa pudo imponer su dominio
colonial sobre todas las regiones y poblaciones del planeta, incorporándolas al
sistema mundo que así se constituía y a su especifico patrón de poder, eso
implicó la re-identificación histórica, dándoles identidades geo-culturales a
los otros (no europeos), creando la idea de modernidad como punto de llegada de
la historia, la cual representaba Europa (en especial Europa Occidental), con
una racionalidad y cultural “supuestamente” desarrolladas, lo cual articuló una
hegemonía como forma de control de la subjetividad de la cultura y en especial
del conocimiento y de la producción del conocimiento. Los colonizadores
expropiaron a las poblaciones colonizadas, reprimieron sus formas de producción
de conocimiento, sus patrones de producción de sentidos, su universo simbólico,
sus patrones de expresión y de objetivos de la subjetividad.
Los europeos occidentales imaginaban
ser la culminación de una trayectoria civilización desde un estado de
naturaleza, eso les llevó también a pensarse como los modernos de la humanidad
y de la historia, esto es, como lo nuevo y al mismo tiempo lo más avanzado de
la especie. En este sentido, el concepto de modernidad es referido de este modo
a las ideas de novedad, lo racional-científico, laico, secular, que son las
ideas de experiencias normalmente asociadas a ese concepto y que también han
sido alcanzadas en distintas épocas y por diferentes culturas, las llamadas
altas culturas (China, India, Egipto, Maya, Tawuantinsuyo, entre otras), y no
solo exclusiva de los europeos. Sin embargo, quienes defienden la modernidad
europea mencionan la idea de libertad y democracia en estos Estados nacionales.
Aquí Aníbal Quijano expresa que esta modernidad esta es regida por la
colonialidad del poder, el capitalismo y el eurocentrismo, e implica una
heterogeneidad histórico-estructural de dominación.
En América se estableció la esclavitud
deliberadamente y la organizó como mercancía para producir mercancía para el
mercado mundial. Así mismo, la servidumbre fue impuesta sobre los indios,
inclusive la redefinición de las instituciones de la reciprocidad, para servir
a sus mismos fines y para producir mercancías para el mercado mundial. Igual
con la producción de mercancías de manera independiente, esto se expandió al
mundo. Todo esto configuró el capitalismo, su patrón de poder y la colonialidad
del poder.
Después de la Segunda Guerra Mundial,
la sociedad es considerada como una totalidad histórica, en la medida en que
está constituida por diversos ordenes de fenómenos imbricados mutuamente, pero
no de manera homogénea, sino en forma conflictiva y contradictoria,
constituyendo una estructura de poder social.
LA DECOLONIALIDAD DEL PODER. Quijano plantea que el conocimiento
de la realidad social solo es accesible, plenamente, desde el interior de una
práctica social transformadora. Es decir, quien quiera adquirir un conocimiento
pleno de la realidad social, tiene que dedicarse a la práctica social
transformadora. Por esta razón surge un tema central: la descolonización del
poder, como forma efectiva de democratización de la sociedad. Eso significa
devolverle a la gente misma, el control de las instancias básicas de su
existencia social: trabajo, sexo, subjetividad y autoridad.
Quijano nos presenta estas ideas al
respecto, “para desarrollarse y consolidarse, la Des/Colonialidad del poder
implicaría prácticas sociales configuradas por:
1. La igualdad social de individuos
heterogéneos y diversos, contra la desigualizante clasificación e
identificación racial, sexual y social de la población mundial;
2. Por consiguiente, las diferencias,
ni las identidades, no serían más la fuente o el argumento de la desigualdad
social de los individuos;
3. Las agrupaciones y/o identidades
serían el producto de las decisiones libres y autónomas de individuos libres y
autónomos;
4. La reciprocidad entre grupos y/o
individuos socialmente iguales, en la organización del trabajo y en la
distribución de los productos;
5. La redistribución igualitaria de
los recursos y productos, tangibles e intangibles, del mundo, entre la
población mundial;
6. La tendencia de asociación comunal
de la población mundial, en escala local, regional, o globalmente, como el modo
de producción y gestión directas de la autoridad colectiva y, en ese preciso
sentido, como el más eficaz mecanismo de distribución y redistribución de
derechos, obligaciones, responsabilidades, recursos, productos, entre los
grupos y sus individuos, en cada ámbito de la existencia social, sexo, trabajo,
subjetividad, autoridad colectiva y corresponsabilidad en las relaciones con
los demás seres vivos y otras entidades del planeta o del universo entero.
EL
BIEN VIVIR. Realmente
interesante la lectura de la obra de Aníbal Quijano, un peruano que ha entrado
a la vitrina de los principales teóricos sociales.
Compilación Prof. Chalo Agnelli
FUENTE
https://www.lavaca.org