EDUCACIÓN Y CAMBIO - PAULO FREIRE


“YO SOY EN LA MEDIDA EN QUE LOS OTROS SON TAMBIÉN”
La primera condición para qué un ser pueda ejercer un acto comprometido está en que éste sea capaz de actuar y re­flexionar.

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Si la posibilidad de reflexión sobre sí, sobre su estar en el mundo asociada indisolublemente a su acción sobre el mundo, no existe en el ser, su estar en el mundo se reduce a un no poder trascender los límites que le son impuestos por el mismo mundo, de lo que resulta que este ser no es capaz de compromiso.
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No es posible hacer una reflexión sobre lo que es la edu­cación sin reflexionar sobre el hombre mismo.
Por esto, es preciso hacer un estudio filosófico-antropológico. Comencemos por pensar sobre nosotros mismos y tra­temos de encontrar, en la naturaleza del hombre, algo que pueda constituir el núcleo fundamental donde se sustente el proceso de educación.
¿Cuál sería este núcleo captable a partir de nuestra pro­pia experiencia existencial?
Este núcleo sería: el 'inacabamiento' o la 'inconclusión' del hombre.
El perro y el árbol son también inacabados, pero el hom­bre se sabe inacabado y por eso se educa. No habría educa­ción si el hombre fuera un ser acabado. El hombre se pre­gunta: ¿Qué soy? ¿De dónde vengo? ¿Dónde puedo estar? El hombre puede autorreflexionar sobre sí mismo y colocar­se en un momento dado
en una cierta realidad: es un ser en búsqueda constante de ser más y como puede hacer esta autorreflexión se puede descubrir como un ser inacabado, que está en la búsqueda. He aquí la raíz de la educación.
La educación es una respuesta de la finitud de la infi­nitud. La educación es posible en el hombre, porque es inacabado y se sabe inacabado. Esto lo lleva a su perfección. La educación, por tanto, implica una búsqueda realizada por un sujeto que es el hombre. El hombre debe ser sujeto de su propia educación. No puede ser objeto de ella. Según esto, nadie educa a nadie.
Por otra parte, la búsqueda debe ser algo y debe traducirse en ser más: es una búsqueda permanente de sí mismo (yo no puedo pretender que mi hijo esté más en mi bús­queda y no en la de él).
Sin embargo, nadie puede buscar en la exclusividad in­dividualmente. Este buscar solitario se podría traducir en un tener más que es una forma de ser menos. Esta búsqueda debe hacerse con otros seres que también buscan ser más y en la comunión con otras conciencias, porque si no haría a unas conciencias objetos de otras. Sería “cosificar” las con­ciencias.
Jaspers ha dicho: “Yo soy en la medida en que los otros son también”.
El hombre no es isla. Es comunicación. Luego, hay una relación estrecha entre comunión y búsqueda.

Compilación Chalo Agnelli

FUENTE
Freire, Paulo. "Educación y Cmbio" Ed. Búsqueda. Buenos Aires. Noviembre, 1979. PP. 8; 9; 21 y 22

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